miércoles, 27 de marzo de 2013

Los hombres bellos, la música, el sexo

y las 'Puellae Gaditanae'



marzo 13, 2012

Por Ángel Román Ramírez


Fragmento del Papiro Erótico de Turín. Arriba (dcha.) un león porta una lira
y un asno toca un arpa. Abajo, varias escenas sexuales
con presencia de instrumentos musicales.








Retomando un texto de Marcial (Epigrammaton, III, 63), que cité en el post titulado Los 'Modos Gaditanos' de Marcial, alusivo a los hombres bellos que en la obra satírica del poeta hispanorromano (40-104 d.C.) son nombrados para definir a hombres afeminados (dada su forma de vivir y de actuar), podemos leer:

[...] Un hombre bello es quien ordena adecuadamente los rizos de su cabellera, que huele siempre a bálsamo y siempre a cinamomo; que susurra cánticos del Nilo y de Gades, que mueve sus depilados brazos según los diferentes modos [musicales]. [Mi traducción.]

Resulta curioso que Marcial identificase las canciones que se cantaban en Egipto con las que se entonaban en Cádiz. Quizá lo hiciera simplemente porque tanto un lugar como otro le parecerían tan exóticos como para que su música solo fuese adecuada para ser interpretada por mujeres (las famosísimas puellae gaditanae) u homosexuales.

Sin embargo, desde Heródoto hasta Marcial, pasando por Estrabón y partiendo del mismísimo Homero han transcurrido más de ocho siglos y, no obstante, en sus  crónicas no se resisten a comparar la música peninsular con la de las culturas orientales. Esto invita a pensar que podríamos hacernos una ligera idea sobre la música de la antigüedad española, y andaluza, tomando como punto de partida las músicas que debieron ejercer influencia en ella (Egipto, Fenicia o Grecia). Extrayendo las características comunes de la música de las grandes culturas (entonación, afinación, escalas, ritmos), tendríamos el esquema básico de la música que debió interpretarse en Iberia durante la época de mayor intercambio cultural con Oriente.

Dice R. Pérez Arroyo (2001:24) que

los egipcios no buscaban voces poderosas, sino suaves y bellas, como atestiguan las fuentes griegas. Su matiz ligeramente nasal, algo gutural y comprimido, [...] se acentuaba con el uso de máscaras utilizadas en los misterios [...]

lo cual, en mi opinión, se podría aplicar a los susurros de los belli homines que menciona Marcial, como ya comenté en Los 'Modos Gaditanos'

Otra posible similitud entre la música de Egipto e Iberia en la antigüedad la podríamos encontrar en la figura de las mousiká paidiskáia gaditanas. Se tiene constancia de su presencia a partir del siglo II a.C.: siguiendo a Posidonio, Estrabón (II, 3, 4) narra el viaje que realizó un tal Eudoxos de Cícico hacia la costa atlántica africana allá por los tiempos en que Evergetes II reinaba en Egipto (146-117 a.C.), habiendo partido de Gades y llevando entre su "mercancía" a un grupo de aquellas mousiká paidiskáia (en la Antigüedad la mayoría de los músicos prácticos —no los teóricos— recibían el trato de esclavos).

Las puellae gaditanae eran muchachas bailarinas y cantoras que obtuvieron una gran fama en aquella época, fama que llegó hasta Roma. Marcial criticaba la sensual y excitante manera en que estas jóvenes danzaban, exhibiendo sus lascivas caderas haciéndolas vibrar en un prurito sin fin y con un temblor estudiado (Epgr. V, 78). Dice el poeta que eran diestras en adoptar posturas lascivas al compás de las castañuelas béticas y en bailar según los ritmos gaditanos (edere lascivos ad Baetica crusmata gestus / et Gaditanis ludere docta modis) hasta el punto de que eran capaces de excitar al más austero (VI, 71; también en XIV, 203).
Por su parte, Juvenal (Satirae XI, 162-164), menciona también esta manera de actuar, haciendo referencia a cómo iban descendiendo hasta tocar el suelo y cómo de impresionante le resultaba al auditorio.

Por las reseñas de los cronistas latinos —al margen de sus sátiras y prejuicios—, podemos deducir que aquellas jóvenes músicas danzaban de manera completamente original, con estilo propio, sin paralelos en las costumbres grecorromanas, e incluso ajenas a las de otras comunidades hispanas (tal es el caso de Marcial, romano-aragonés).

Además, las puellae cumplían funciones que trascendían de lo musical. Autores como Ricardo Olmos han llegado a proponer una posible relación de estas bailarinas con el mundo de los rituales y las creencias religiosas, al igual que se hacía en el contexto semita (cf. Ex., 32, 16; II Sam., 6, 14-16). En este sentido se piensa que pudieron estar vinculadas a la institución de la hetería, es decir, la prostitución sagrada (A. Mª. Jiménez, 2001:13), por influencia fenicio-púnica. De este modo se pueden entender que en Gadir, al igual que en otras ciudades fenicias, se realizaran

[...] cortejos rituales donde [eran] esenciales la presencia de instrumentos musicales, címbalos, timbales, etc., acompañados de danzas rituales desenfrenadas. En el mundo fenicio-púnico [se otorgaba mucha importancia a la música], especialmente los instrumentos de percusión que favorecían las danzas de tipo extático [...]. Las danzas ejecutadas por prostitutas no dejarían de hacer alusión a su actividad habitual, sobre todo cuando buena parte de los cortejos rituales en los que participaban correspondían a cultos de fertilidad [A. Mª Jiménez (2001:17)].

Se hablaba de bailes provocativos y de canciones obscenas, hasta el extremo de que el gentilicio de gaditanae pasó a entenderse como un adjetivo peyorativo. García y Bellido recordaba que estas muchachas estaban dirigidas por unos magistres que, poco más o menos, podríamos identificar hoy con los execrables proxenetas (cf. Epgr. I, 41).






Escenas como estas recuerdan mucho a las del famoso Papiro Erótico de Turín, donde aparecen mujeres y hombres practicando sexo acompañados, en algunos casos, de instrumentos musicales. Esta circunstancia da pie para pensar que dichos instrumentos (liras, laúdes) eran empleados por las chicas para seducir a los hombres con la música, pues son ellas las que aparecen junto a aquellos. En algún caso, no obstante, es el hombre quien sostiene el laúd (véase la anterior imagen, derecha. Y en el centro, laúd en el suelo).





Las puellae gaditanae pudieron llegar, casi con toda seguridad, a protagonizar escenas como las egipcias. Fueron tan famosas, que no faltaron casi en ningún festín de los que se celebraban entre la clase aristócrata romana durante la época imperial. La forma sensual de entonar sus cantica gaditana y los movimientos lascivos y picantes de sus bailes —que incluso ipsum masturbatorem fecerit Hippolytum—, eran connotaciones que podrían haber tenido muchas similitudes con las sonoridades que, provenientes de Egipto o de Asia Menor, los griegos conocieron como harmonia Frigia (es decir, el "Modo de Re", antes de que en el Medievo se confundiese con el de Mi) y Lidia ("Modo de Do").

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Referencias:


JIMÉNEZ FLORES, Ana María (2001): “Cultos fenicio-púnicos de Gadir: prostitución sagrada y puellae gaditanae”. Habis, 32 (pp. 11-29).

PÉREZ ARROYO, Rafael (2001): Music in the Age of the Pyramids. Ancient Egypt. Grabación en formato digital con música compuesta, arreglada y dirigida por R. Pérez Arroyo (interpretada por el Hathor Ensemble). Madrid: Natural Acoustic Recordings, S. L. (libreto en inglés y en español).

OLMOS, Ricardo (1991): "Puellae Gaditanae: ¿Heteras de Astarté?" AEA 64 (pp. 99-109).

ROMÁN RAMÍREZ, Ángel:
- 2004. Introducción a la música en la España antigua y en la Andalucía prerromana. Granada: Centro de Documentación Musical de Andalucía.
- 2009. La música en Tartessos y en los pueblos prerromanos de Iberia. Raleigh (North Carolina): Lulu Enterprises.

ROSSY, Hipólito (1966): Teoría del Cante Jondo. Barcelona: Credsa.

 Tomado de Terrae Antiquae




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